A mediados del siglo XIX, en la explanada que hoy corresponde con la Plaza de Lugo, se organizaba un mercado al aire libre en el que podían adquirirse productos del campo y del mar.

El filántropo Eusebio da Guarda, que llegó a ser uno de los hombres más ricos de Galicia, había dejado constancia en su testamento el deseo de construir un mercado «siempre que se facilitara, por la parte del Ayuntamiento, el solar ya explanado». La arquitectura en hierro de estaciones de tren y edificios industriales de la época adquiere carácter monumental después de la construcción de la mundialmente famosa Torre Eiffel en 1889.

El mercado de hierro de la Plaza de Lugo, proyectado por el arquitecto Pedro Mariño, se había convertido en un de los emblemas de la arquitectura coruñesa, ya que además de ser un edificio funcional, era también un vangardista monumento laico. «En el nuevo mercado había mármoles, mosaicos, marquesinas, herrajes artísticos […] y luz que penetraba por las cristaleras».

El mercado de Eusebio da Guarda se comienza a construir en 1901, pero las obras no finalizarán incluso el 1910. Un jubiloso comentario, recogido en la crónica de la prensa local al día siguiente de la multitudinaria inauguración, a la que asiste el por aquel entonces alcalde José Folla Yordi y otras personalidades de la época, expresa claramente el carácter publicitario que tuvieron en su día estas instalaciones: «Ya hay en A Coruña una plaza de abastos decente que se pode mostrar al forastero».